El estrés deja marcas en la piel

Sabemos que el estrés es nocivo para nuestro cuerpo, tanto de forma interna, como de forma externa.

El estrés deja marcas en la piel  y cabello provocando efectos negativos como el envejecimiento prematuro, acné, psoriasis, alopecia, caspa, eczemas,  herpes, urticaria, rosácea, a parte que provoca que la piel pierda luminosidad y empeora nuestro aspecto.

El estrés ocasiona problemas en nuestro sistema hormonal, haciendo que el cuerpo produzca hormonas como el cortisol y la adrenalina, produciendo un desbalance en la testosterona y estrógenos que acaban afectando a la piel.

Cosmética para el estrés

Primeramente tienes que remediar los problemas de piel con medicamentos o cosméticos adecuados, pero también es necesario controlar los niveles de estrés en nuestro cuerpo, ya que a parte de afectar a nuestra piel y cabello también ocasiona problemas en nuestra vida cotidiana como falta de sueño, ansiedad para comer en exceso y  hábitos poco saludables como fumar o beber, entre otros.

El estrés deja marcas en la piel
El estrés deja marcas en la piel

 

Cómo controlar el estrés

Hay varias maneras de controlar el estrés, una de ellas es realizando ejercicio físico, sobretodo el yoga y las artes marciales, que aparte ayudan a mantener nuestro peso ideal.

Otras técnicas como los masajes, aromaterapia, acupuntura, meditación, tai-chi, relajación, respiración consciente, etc, también son importantes y ayudan a controlar los niveles de estrés en nuestro cuerpo.

Es importante también el tener un buen descanso por la noche y dormir las suficientes horas, seguir una alimentación saludable y ordenada, intentando seguir unos horarios adecuados.

Superar el estrés con actitud positiva

Por otra parte, es esencial tener una buena actitud en nuestra vida, intentar estar en un estado mental de calma y tranquilidad, rodearnos de gente positiva y evitar las personas que solo nos aportan negatividad, solucionar nuestros posibles problemas o buscar ayuda en caso necesario y reaccionar de la forma más positiva frente a las adversidades que nos van surgiendo, o contra los problemas cuyas soluciones no están a nuestro alcance.

La Psoriasis y su tratamiento con Fango

El Fango es un elemento muy eficaz en los cuidados de la piel, especialmente para combatir la psoriasis, que es una enfermedad inflamatoria de la piel que produce lesiones escamosas y que suele aparecer entre los 15 y 35 años, pero que afecta mas precozmente a las mujeres que a los hombres.

Otros factores de la psoriasis

Los factores desencadenantes son varios, pero sobretodo de origen genético, pero a parte también pueden aumentar las posibilidades la toma de medicamentos, estrés emocional, infecciones, climas demasiado fríos, la ingesta de alcohol, o las etapas de pubertad o menopausia.

Por este motivo el fango nos puede ser de gran ayuda para el tratamiento de la psoriasis, pero no podemos utilizar cualquier tipo de fango, pues este se tiene que extraer del proceso de lavado de un terreno con una gran concentración en sales minerales.

Fango para el Tratamiento de la Psoriasis
Fango para el Tratamiento de la Psoriasis

Los beneficios del tratamiento con Fango para la psoriasis

A parte que es un tratamiento natural y no produce efectos adversos ni toxicidades, simplemente puede causar picores y escozores en las primeras sesiones en pieles muy sensibles y castigadas.

Este tipo de tratamiento nos beneficiará en una limpieza eficaz de la piel, y en la absorción de bacterias y toxinas, incluso las que están en capas mas profundas de la dermis y también en eliminar las células muertas.  A parte estimula la circulación sanguínea, regula el metabolismo del organismo, alivia el picor y favorece la cicatrización de heridas.

Pero sus usos no terminan aquí porque este producto también es útil contra el acné y se puede utilizar como materia prima para hacer otras cremas o combinarlo con otros productos añadiéndole aditivos para tratamientos reafirmantes, reductores, antiarrugas, etc…

Es conveniente guardar el producto en un lugar fresco y seco, a una temperatura inferior a los 25 grados y mantenerlo cerrado para no provocar contaminaciones o la sequedad del producto.